Comentario
Así se formó la etapa de Tartessos que, por los rasgos de su producción artística, hemos llamado período geométrico, fechable, aproximadamente, entre el año 1000 a. C. y el siglo VIII a. C. A partir de esta centuria se produce, según los datos arqueológicos, la colonización fenicia, determinante de una nueva etapa en la historia de Tartessos, que puede denominarse fase orientalizante. Los colonos fenicios, desde su establecimiento principal de Gadir (Cádiz) y los demás de la costa mediterránea, impondrán a los tartesios sus leyes económicas, que son las del mercado, que ellos controlan, a cambio de remontarlos a su etapa de mayor esplendor. Por la mediación de los fenicios, a la que se sumó más tarde la de los griegos, Tartessos alcanzó la prosperidad que la hizo figurar en las tradiciones antiguas como paradigma de felicidad y de riqueza. Su cultura quedó profundamente impregnada por los préstamos de los colonos en todos los terrenos, principalmente los fenicios, hasta el punto de resultar muy difícil, si no imposible, distinguir lo tartésico de lo fenicio colonial.
Pero en la prosperidad de la Tartessos orientalizante estaba el germen de su propia decadencia. La vinculación y la dependencia de los colonos fenicios hizo que los tirios, en su crisis del siglo VI a. C., arrastraran en su caída a los tartesios. Se desencadenaron fenómenos, como siempre, de gran complejidad: entre ellos, la mencionada crisis de Tiro; el giro de la acción de los semitas en el Mediterráneo occidental bajo el liderazgo de los cartagineses, más deseosos de controlar directamente los centros de interés económico que sus predecesores tirios; los cambios en la coyuntura económica por la importancia creciente del hierro; la presión y la penetración de los pueblos célticos del interior peninsular, dispuestos a aprovechar un momento de debilidad que les favorecía, como, muchos siglos después, harían los bárbaros en el agrietado Imperio romano.
La crisis de Tartessos se va haciendo palpable, pues, según avanza el siglo VI a. C., y comienza una etapa reconocible como nueva en nuestra necesidad de ordenar el pasado histórico, la que consideramos propia de las culturas turdetana e ibérica. No obstante, la investigación reciente demuestra una clara continuidad entre Tartessos y las culturas posteriores de los ámbitos desarrollados de la Península, y la formación de las culturas ibéricas sobre la importante plataforma asentada precisamente por la civilización tartésica.